Hoy sigue haciendo un calor insoportable en la capital. A pesar de que ya va anocheciendo antes y los rayos de sol son más débiles, la sensación de ahogo y sopor agota a la mamá de mi futura sobrina, es decir, a Marta Flinn, my sister. Quedan unas semanas para que en nuestras vidas aparezca una pequeña que nos cambiará a todos, pues como siempre, en el seno de los Flinn, lo que hace uno afecta a los demás. De este modo, mi hermana, que tendrá a Carla en España ha venido para quedarse unos meses. Mi madre está revolucionada, tenía tanta ilusión porque otra niña naciera que se ha vuelto loca y ya ha realizado múltiples labores para ella: baberos, picos, arrullos… Sí, amig@s, tengo un dominio de la jerga materna que algún día espero que pueda usar porque me está llenando las neuronas, esas que según me cuenta mi hermana, entre apenada y sorprendida, que parecen haberse extinguido en algún momento de los últimos meses: no duerme, es incapaz de leer (algo extrañísimo pues se bebe los libros...