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Mostrando entradas de febrero, 2010

Martes con glamour

Casi no me he bajado de los tacones para poder contaros todo los que viví el martes en la Cibeles Madrid Fashion Week. Todavía puedo escuchar los aplausos y la música machacona con que se adorna todo buen evento. Ion Fiz inauguró la última jornada de la CMFW y otro artículo en Marea alta para mi Revista. El color beis inundó la pasarela: camisas vaporosas y trasparentes, otras con nudos estratégicos, complementos en oro y metal. Quiero un bolso como esos: dorado tipo cartera… y finalmente un vestido dorado con la espalda al aire que me enamoró. Aplaudí entusiasmada al ritmo de la música clásica que deslizaba rasos marrones y rosas. Pura elegancia. (Sobre las pieles no me pronunciaré. No son para mí). Después probamos a cambiar nuestro look tan conseguido ya, por cierto ;), para hacernos unos tupés, coletas y, en mi caso, ondas en el stand de L´Oreal que con mucha imaginación y unas manos geniales consiguieron sus maquilladoras- peluqueras elevar la imagen del público que se acercaba

Cibeles Energy

Aunque me enfundo en mi abrigo marrón buscando calidez, pienso ya en mi vestido verde de Amaya Arzuaga y mis zapatos de Gloria Ortiz que voy a lucir el martes en la Madrid Fashion Week. Mis Directores me han pedido que supla a Alex en este evento pues él ya está en París, aguardando la Semana de la Moda y haciendo otros reportajes. Por lo que he visto, el índice Lipstick, según el cual en tiempos de crisis, la moda se queda en un segundo plano y el color rojo de labios lo cubre todo, no se ha cumplido: se crea en rosa, marrón, coral, verde, gris, azul... Colores perfectos y prendas ideales. Más o menos ponibles, eso sí. Pero es parte de la pasarela, del show. Estoy emocionada. He conseguido que Lupe e Inés puedan entrar y compartamos ese momentazo juntas. Estar en un Kissing Room con el diseñador que acaba de presentar sus creaciones te sube la energía, me cuenta Alex desde la Ciudad de la Luz. Prometo narrarlo todo. No dejarme nada. Todavía no me decidí por un bolso.. ya os lo contaré

Cómo empezó ... (XV)

Cuando Marta entró en su despacho, miró por la ventana. Pudo comprobar cómo Leo también veía la lluvia caer como hipnotizado. El exterior parecía iluminado por lámparas amarillas. La tormenta estaba sobre ellos. No podía ponerse nerviosa. Simplemente era una despedida. Estaba claro que de alguna manera se tenían que decir adiós. Sin embargo, estaba muy alterada. Decidió llenar esa hora con asuntos que tenía pendientes por resolver, aunque su vista se iba hacia el otro despacho. Dos golpes en la puerta la sacaron de sus ocupaciones. - Adelante. –respiró profundamente. - Marta, ¿estás? –preguntó sonriendo tímidamente, sabedor de que una frase más larga hubiera dejado su nerviosismo al descubierto. - Claro. –sonrió. Mierda, pensó. Leo se había quitado la camisa y llevaba la camiseta gris que le hacía tan mono, tan indefenso y tan accesible. Cogió pesadamente su bolso sin mirarle. Leo esperaba fuera. Cuando salió, estaba apoyado en otra ventana observando las nubes descargar con intensida

Milty corazón de bombón

Desembarcamos en Pedraza de la Sierra. La villa medieval se alza ante nosotros desde su majestuosa puerta. Una vez dentro, sus calles empedradas, su plaza, su castillo hoy convertido en el Museo Zuloaga, nos impresiona. Si cierro los ojos puedo imaginarme a Martín batiéndose en duelo con el bailarín italiano de mi gimnasio. Ufff. Yo no me sentiría ofendida porque lucharan por mí. A ver, Milty, céntrate. Nada mejor para salir del ensueño que lanzarnos al interior tan perfumado de las cuidadas tiendas de este pueblo. Nos muestran velas, collares, mantas, pulseras, anillos preciosos que nos hacen abrir los ojos. Un collar para Inés que no ha podido venir (es lo que tiene trasnochar currando), otro para Lupe y un brazalete de plata y oro para mí. “Oro y plata sólo mala pata si das la lata”, me dice por telepatía mi amiga Moni desde Burkina y me quedo convencida. (Si estás despistad@ es que no has leído posts anteriores. Espabila y lee.) Alex y Martín se han quedando calentando el paladar

Cómo empezó ... (XIV)

Cuando se dirigía Marta hacia la puerta, se volvió. Leo estaba detrás para abrirla , pero como en otras ocasiones, y con el don de la oportunidad, Elvira, su secretaria, terminó con la reunión. - Buenos días. Por decir algo. Llueve a cántaros y vengo como si me hubiera pasado la mañana nadando con la ropa puesta. – rió y despidió a Marta. – Leo, ¡qué atuendo más juvenil llevas hoy!. Elvira tenía mucha confianza con su jefe. Con casi cincuenta años de edad, había comprobado la valía de Leo, aunque al principio le costó respetarlo por su edad, si bien no pasaron ni tres meses trabajando juntos, cuando se convenció del tipo tan estupendo y ,desde luego, eminente doctor que era. Por eso, y porque le conocía ya desde hacia varios años, sabía que su jefe estaba alterado. Estaba segura de que en algún momento llegaría una mujer que le trastocaría la vida. No pasaba los cuarenta años, ¡por amor de Dios!, debía conocer a alguien con quien compartir su futuro. Su hija era lo más importante para