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A veces, puro dolor. A veces, puro vértigo

Ayer celebramos la primera reunión de lectores en "Prólogo" y resultó genial poder compartir pareceres sobre "Pura vida", el libro que decidimos que comentaríamos: érase la historia de dos personas totalmente diferentes que se encuentran e inician una historia juntos.

Martín, el pintor, no aportó muchas impresiones hasta que alguien afirmó que el amor a primera vista no existía, que no era creíble. Nunca cambiaría su vida por unirse a otra persona. Entonces todo el grupo nos enzarzamos en una discusión sobre aquello. ¿Somos capaces de dejarlo todo por alguien a quien no conocemos?¿Sólo podemos hablar de amor si sabemos sus gustos musicales, su color favorito y lo que se llevaría a una isla desierta?¿Es tan difícil sentirse atraído por alguien que no vive como tú? ¿Por qué no rendirnos a quien nos acelera el corazón solo con su presencia en una sala llena de gente o con su simple voz pronunciando nuestro nombre?

Éramos seis y sólo el bohemio y una chica muy romántica y soñadora (no es que me lo invente sino que ella se definió así en la ficha que nos proporcionó) se mostraron a favor del llamado amor a primera vista, del puro sentimiento a ciegas.
Reconozco que cuando nos acusaron al resto de cobardes, me hirieron en mi orgullo y es que darlo todo, consagrarte a alguien sin esperar nada, da miedo, mucho miedo, sobre todo cuando ya has sufrido.

Creo que Martín olió mis temores. Pensaréis que soy una paranoica, pero a veces parece que me lee el pensamiento y eso que casi nos acabamos de conocer. Sí, me hicieron daño. Cuando recordar la primera vez que le vi no me duela y los sentimientos que experimentaba junto a él no me alteren el estómago os lo contaré.

Ahora, mientras releo el encuentro de los protagonistas del libro de Mendiluce, me digo, bendita sensación de enamorarse y de sentir que otro te sacude por dentro: PURA VIDA, PURO VÉRTIGO.

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