Hoy en la Redacción va todo más rápido de lo normal. Se aproximan las Navidades y una revista como la mía se empapa de su espíritu. En mi Departamento de Laboral, nos volvemos como los duendes de Papá Noel generando pagas para todo el personal. Además, váyase a saber por qué, tenemos que ocuparnos del ágape del año, de la madre de todas las fiestas.
Si no os lo he dicho ya, lo debéis saber: en esta Revista aparentar no es importante, es vital. Si hacemos una superfiesta sin interés no acudirán los personajes del año, no se nos prestaría atención. Buscamos que lo más elevado y lo más cercano se junten un día y se dejen mimar por nosotros. De ello dependerá mucho de lo que traiga el año siguiente.
Una vez aclarado ésto, os contaré que la crisis también nos ha tocado. El derroche se acabó y eso supone invitar a menos gente, conseguir que lo celebren con nosotros los indicados o los que estuvieron de nuestro lado. Aunque los Directores, Noemí y Daniel, lo tienen muy claro: el que venga lo recordará bien. El presupuesto está aprobado y parece que será un sitio diferente al de los años anteriores, ya que no irá tanta gente y no quedará vacío un auditorio mayor y porque las comparaciones son odiosas. Si hay menos no se notará.
Mis amigos como cada año, a pesar de todo, están invitados (!enchufad@s¡). Cuando hago las invitaciones a su nombre, el siguiente a Inés me deja sin aliento: Jaime Beltrán. ¿Ha vuelto?¿Cuándo?¿Inés y Lupe lo saben? Tengo que confesar que la amistad tan fuerte que tengo con mis amigas hace seis años sufrió una crisis. Sólo una vez llegué a pensar que nos perderíamos y fue ese verano. A estas alturas ya habréis imaginado que la culpa fue del tal Jaime.
Yo acababa de entrar en la Revista. Jaime llevaba un año pero ya apuntaba maneras: trabajaba mucho, negociaba bien y tenía un pico de oro y una imagen de triunfador que le funcionaba. Pasó ese verano de ser un comercial de publicidad a dirigir su propio Departamento con un equipo a su cargo. Durante las noches de calor, mis amigas Lupe, Inés y yo pasamos de ser hermanas a parecer desconocidas. Cuando todo se superó le declaramos un verdadero AEDS, es decir, un auténtico encantador de serpientes. Menos mal que Alex nos abrió los ojos.
Ahora se presentaba en nuestra fiesta sin avisar. Os dejo y llamo a tod@s.
Si no os lo he dicho ya, lo debéis saber: en esta Revista aparentar no es importante, es vital. Si hacemos una superfiesta sin interés no acudirán los personajes del año, no se nos prestaría atención. Buscamos que lo más elevado y lo más cercano se junten un día y se dejen mimar por nosotros. De ello dependerá mucho de lo que traiga el año siguiente.
Una vez aclarado ésto, os contaré que la crisis también nos ha tocado. El derroche se acabó y eso supone invitar a menos gente, conseguir que lo celebren con nosotros los indicados o los que estuvieron de nuestro lado. Aunque los Directores, Noemí y Daniel, lo tienen muy claro: el que venga lo recordará bien. El presupuesto está aprobado y parece que será un sitio diferente al de los años anteriores, ya que no irá tanta gente y no quedará vacío un auditorio mayor y porque las comparaciones son odiosas. Si hay menos no se notará.
Mis amigos como cada año, a pesar de todo, están invitados (!enchufad@s¡). Cuando hago las invitaciones a su nombre, el siguiente a Inés me deja sin aliento: Jaime Beltrán. ¿Ha vuelto?¿Cuándo?¿Inés y Lupe lo saben? Tengo que confesar que la amistad tan fuerte que tengo con mis amigas hace seis años sufrió una crisis. Sólo una vez llegué a pensar que nos perderíamos y fue ese verano. A estas alturas ya habréis imaginado que la culpa fue del tal Jaime.
Yo acababa de entrar en la Revista. Jaime llevaba un año pero ya apuntaba maneras: trabajaba mucho, negociaba bien y tenía un pico de oro y una imagen de triunfador que le funcionaba. Pasó ese verano de ser un comercial de publicidad a dirigir su propio Departamento con un equipo a su cargo. Durante las noches de calor, mis amigas Lupe, Inés y yo pasamos de ser hermanas a parecer desconocidas. Cuando todo se superó le declaramos un verdadero AEDS, es decir, un auténtico encantador de serpientes. Menos mal que Alex nos abrió los ojos.
Ahora se presentaba en nuestra fiesta sin avisar. Os dejo y llamo a tod@s.
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