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Cómo empezó ... (IX)

La conferencia discurrió monótona para Marta, que esa jornada sólo tocaba algunos puntos. El peso pesado de la charla del día la tenía Leonard. Resultaba interesante lo que contaba y cómo se expresaba. Se notaba el entusiasmo que sentía por su trabajo. Su cara se iluminaba con las preguntas de los presentes.

Finalmente, le tocó el turno a Marta para analizar determinado aspecto de la responsabilidad civil, aunque el grueso de su intervención había sido el día anterior. Los asistentes se mostraron muy interesados por lo que aportaba su punto de vista, lo que hizo que Leo no se arrepintiera de haber incluido este nuevo engranaje en su equipo, si bien, personalmente, estaba sufriendo.


Esa mañana había llamado a su hija que se encontraba fuera con su madre. La niña le daba fuerza. Con ella y sus palabras no se sentía solo. Miró a la conferenciante. “Tendré que acostumbrarme a esto. A tenerla tan cerca y no poder sentir nada. “ Entonces Marta, le miró y fue ella quien sin querer e imaginando que él pensaba en ella, casi pierde el hilo de lo que decía.

En ese momento él pensó en invitar algún día a su amiga Ana a salir por ahí. Nunca la había dado una oportunidad. No podía permitirse estar tan alterado. El amor también podía ser tranquilo. Todo en su vida era perfecto: trabajo apasionante e hija adorable. El calor de mujeres lo podía encontrar en cualquier lugar, siempre que no fuera en el mismo trabajo…

Llegó el momento de la clausura y salió de sus pensamientos. Los organizadores les agradecieron su participación. Fueron invitados a comer con ellos en un salón reservado del hotel.

Sonia, la hija del propietario del Hotel, se interesó mucho por lo que decía Leo y enseguida le asaltó. Para él fue muy agradable, puesto que era un chica preciosa. Le contó sus intenciones de continuar en la medicina por donde lo dejó, ya que en ese momento el Hotel iba muy bien y tenía una enorme vocación … Le animó y se sintió aun mejor cuando ella le mostró abiertamente su interés en él. No era la primera vez que le pasaba. Aunque lo relacionaba más con lo que había venido a bautizar “efecto bata blanca”.Todas las mujeres se perdían por estar con el portador de una. Claro, que todas no, porque había una que parecía negarse. La que en ese momento, bebía un martini blanco y conversaba alegremente con uno de los asistentes. Dejó de oír a quien le alababa. La deseaba. Pero sabía que no era fácil. Estaba aturdido. Entendía perfectamente cómo funcionaba el cuerpo humano y, sin embargo, no alcanzaba a entender qué demonios le ocurría con ella.

Marta recogía las impresiones de un compañero de profesión que señalaba un nuevo enfoque en la materia. Pronto se sintió observada. Notó que Leo no la dejaba de mirar desde el otro lado del salón. Pensó en no darle importancia, pero entonces le asaltó la duda de si era una especia de duelo, así que sostuvo su mirada como pudo con su entusiasmado interlocutor, que trataba de exponer sus precisiones sobre cosas que ella había dicho. Aquella chica tan atractiva seguía hablando con él, sin lograr su atención, pensó. Pero no sería Marta quien pusiera remedio a la situación. Rezó su máxima “quien algo quiere algo le cuesta” y se dispuso a esperar.

Continuará ...

Comentarios

  1. Hola Milty, vengo por aquí para agradecerte tu visita a mi blog y decirte que seguiré pasándome por aquí.
    Un abrazo y Feliz año.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Eva por asomarte a mi humilde blog, en el que mezclo creaciones, relatos y demás letras por el gran placer de leer y escribir.
    Espero que nos leamos y nos escribamos.
    Un abrazo. Te deseo un año lleno de historias maravillosas.

    ResponderEliminar

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Escribe conmigo las páginas de mi libro blog. Write with me the pages of my Blog Book. Muchas gracias!! Thanks

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