Tengo que contar que en Madrid, mi adorada ciudad, llevamos, estimo, unos 59 asfixiantes días seguidos con lluvia. Sinceramente, no puedo más. ¿Y si me planto? ¿Y si cojo lo imprescindible y emigro a lugares más soleados y calurosos? Antes, cuando la lluvia no lo empañaba todo, cuando desde la cama escuchaba cómo golpeaban las gotas el cristal de mi ventana, sonreía y me estiraba y disfrutaba de estar tumbada y a cubierto. Pero esta mañana cuando sonó el despertador y sentí el tintineo, resoplé y me quejé. OMG y eso que me regalaron un paraguas molón lleno de piñas y flamencos que en otros tiempos serían un accesorio genial. Me descubro diagnosticándome como una persona meteosensible y, aunque no lo creáis, es que las temperaturas y los cambios de tiempo nos afectan. Somos un 70% de agua y nos trastocan la luna, las mareas... Por eso, voy a intentar jugármela a mí misma y ya he empezado. Si "abril aguas mil", yo "ojos que no ven, corazó...