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Mi Camino My Way

A pesar de que adoro la sal sobre mi piel y el mar, el Camino de Santiago me salió al encuentro.  Resultaron unos días de libertad horaria, de abandonar los carnavales de mi cabeza,  de saber que puedo, de querer llegar sin saber dónde. ¿Mágico? Sí.

Mi equipaje : )


En el primer capítulo de “ Dispara, yo ya estoy muerto”, Julia Navarro escribe: “Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando”. Este era mi momento, esa época en que mis biorritmos necesitaban renovarse. Pasear más allá del arcoíris a ver qué pasaba.


Siempre quise hacerlo: me gusta andar, me encanta el paisaje del norte y el mito del peregrino me atrae. Añadí una bici que me prestaron, mi poca experiencia de bike lover y mi Camino comenzó tres semanas antes preparándome por otras sendas.


Llegado el día, al principio, los gemelos tautados de hombretones deportistas parecían decirme, “eh, nena, vuélvete a tu casa” y  mis piernas temblaban y los brazos tensionados estaban duros. Con la lluvia se reblandeció  todo.  



Siguiendo las flechas amarillas Follow the yellows arrows


Y vuelvo con kilos de más, con recuerdos de veredas de un verde increíble que me acogieron a cada pedalada, con moratones en sitios insospechados o incómodos que ya amarillean.

Hoy me  acuerdo de carreteras cruzadas, de subidas infames y cuestas que resetearon mi sentido común. Navegué charcos enormes. Me caí y me levanté.


En las etapas disfruté lo que pude. Solo tenía que abandonar cada cama y pedalear. Seguir las flechas amarillas.  Nada más  leer el terreno por dónde iba y ver, sentir, oler. Nada menos.


Mi Credencial My diary


Llegar al Monte do Gozo fue extraño. Se estaba acabando. Mis piernas se engancharon a mi bicicleta  para subir y  bajar  hasta llegar al Pórtico de la Gloria.” ¿Y ahora qué?”, me pregunté desorientada.  “Ahora todo”,  me dijo mi compañero.

Buen Camino¡

Although I love the salt on my skin and the sea, the Camino de Santiago met me. They were released a few days' time, leaving the carnival of my head, I know, want to go without knowing where. ¿Magic? Yes.

In the first chapter of "Shoot, I'm already dead," Julia Navarro writes: "There are moments in life when the only way to save yourself is dying or killing." This was my time, the time needed to renew my biorhythms. Walking beyond the rainbow to see what happened.

 My luggage


I always wanted to do: I like to walk, I love the landscape of northern and myth Pilgrim attracts me. I added a bike I borrowed my little experience and my road bike lover began three weeks preparing for other paths.

On the day, at first, tattooed legs athletes big men seemed to tell me, "Hey, babe, Go home" and my legs were shaking and arms were strained hard. With all the rain softened.

And I'll be back with more kilos, with memories of an amazing green trails they took me to every pedal stroke, with bruises on unexpected or uncomfortable sites and yellow.
Today I remember cross roads and slopes infamous climbs that resetearon my common sense. I sailed huge puddles. I fell and got up.


Relax at Mercadoiro


In stages I enjoyed what I could. I just had to leave each bed and pedaling. Follow the yellow arrows. Nothing else read the ground where he was going and see, feel, smell. Nothing less.

Reaching the Monte do Gozo was strange. He was running out. My legs were hooked my bike up and down until the Portico of Glory. "Now what?" I asked confused. "Now everything," said my companion.

Buen Camino¡







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