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Odio a Matt Corby : ) I hate Matt Corby : )

Ya estoy de vuelta. He dejado el mar y estoy en tierra firme (aunque, a veces, se mueva bajo mis pies como si no lo fuera).  Tengo que reconocer que mis días han sido muy lunáticos. Por una cosa u otra, las noches fueron mágicas, frescas, reveladoras, reponedoras y alguna me situó en este caprichoso cosmos.

Empecé mi descanso con la idea de pasar unas vacaciones de las de antes, de esas sin Ipad, móvil, ordenador o nada que se le parezca. Sin embargo, a las 23:30 para poner fin a mi esclavitud tecnológica, eché un vistazo por última vez al correo en mi móvil y  según entraba en el ático que me acogería veinte días, allí estaba: mi oportunidad. Lo estaba pidiendo a gritos y apareció, por sorpresa, como un ancla. Una propuesta de colaboración para una estupenda revista en la que participa gente que me llevaría a una isla desierta para no aburrirme. Así que me dispuse para disfrutar unos días de descanso  no tan alejados del mundanal ruido. Y con ganas.




No os adelanto nada, salvo que mandé mis artículos la noche de la luna llena más grande del año, la que llaman la Súper Luna. En las horas previas a  la  fiesta fantástica en la que participé,  en la playa con amigos, de blanco y con velas encendidas.

Llevamos un poco de la comida que nos gusta, aperitivos y ron. Nos sentamos en mesas corridas a lo largo de la costa, bajo las estrellas y en compañía. Llegó un momento de la noche en que decidí pasear. No hice caso a mi amigo Álex. Él tiene una teoría en relación a alejarse de un grupo: cuando has bebido más de dos copas y a ciertas horas,  es necesario permanecer unido porque solo pueden ocurrir tres cosas sobre las que estás avocado a arrepentirte: que te pierdas, que te encuentres con alguien que no debes y la peor de todas, que uses tu móvil del modo más inconveniente.





Cierro los ojos. Oigo las olas. Rompen y se recogen. Rompen y se recogen.  Un paso más. Alguien susurra “I´m carrying my heart but it´s made of Stone…” y escucho a Matt Corby cada vez más cerca. Sigo y me azotan sus primeros acordes. Su melancolía se encadena a mi oído y me engancha. En la penumbra  voy hacia una palmera que ilumina el camino sobre la arena. Cada vez más fuerte. “I feel into a well of hope …”

Proviene de una pequeña estructura de madera  de la que cuelgan montones de camisetas color hueso increíbles. Son preciosas. Tienen lemas ocurrentes, gatos, cebras, códigos de barras, labios, calaveras, … y una preciosa Torre Eiffel que me hechiza. – Son mágicas- una voz masculina dice de fondo. Las diseño yo- la misma voz me informa.  –Son muy originales. Bonitas. – contesto.

-Pero llegaste aquí por Matt Corby – comenta la voz a la que ya he puesto cara. De unos cuarenta años. Moreno por el sol. Pelo largo y gris. Con barba . En definitiva, muy hipster. Muy cool. Muy de sonrisa cautivadora.

Me cuenta la pequeña historia de su negocio, aunque ríe al mencionarlo. Odia hablar de business, confiesa. Después me dice que quiere volar. Que no quiere aferrarse  a nada. Percibo que ha debido vivir muy bien. Quizá sea  un ejecutivo arrepentido. A lo mejor alguien al que hicieron daño. Lo que ansía es huir.




Coloca un batik azul y blanco enorme con la portada de la revista Surfsession en el suelo y nos sentamos. Compruebo que la anfitriona, la luna llena, sigue ahí. Vuelvo a escuchar a Matt Corby y por su culpa acepto un cigarro porque sus notas me provocan frío, demasiadas sensaciones. Nunca fumo. No me gusta. De hecho, las veces que lo he hecho ha sido en malos momentos. El último que probé fue el día del ERE salvaje. Quizá busque quemarme en esos momentos. No sé.  Pero él me lo entrega sonriente y tan bien liado que le doy una calada y se lo agradezco. Le hablo de mí. Hacía mucho que no tenía que resumirme y me cuesta. – Milty Flinn, eres peculiar y tienes los ojos muy brillantes- ríe.

Observo la camiseta que me ha regalado y me intereso por ese aire vintage tan  moderno que lo tiñe todo. Él diseña y en horas  como hoy, vende. Nada más.

-¿Por qué no te conviertes en mi imagen?- pregunta en medio de una nube de humo.  Rechazo su propuesta. Le invito a sacar su historia en mi ventana, pero no quiere. Estiro mi vestido italiano blanco y hago tintinear mis pendientes azules. Me hace reír su proposición.

 – Si no me conoces- bromeo. Y podría añadir que me convierto en pez globo cuando me toman una foto … Entonces se queda serio. Da otra calada en silencio.

-       Basta la piel.- sentencia. Y se tumba sobre el batik dejándome pensando en mil cosas. Ser imagen de algo no me convence. Por mucho que me guste su style. Yo soy yo. Muchas cosas a la vez.  No, gracias.






Sin embargo, en eso de la piel no puedo estar más de acuerdo, aunque hay que tener en cuenta que no todos tenemos el mismo tipo de piel: hay piel de elefante, a quienes nada afecta; piel de hipopótamo a los que todo resbala; piel fina, como yo, a quien todo le toca.

Además puede que  llegado el momento no todos seamos igual de cautivos. Ser esclavo de tu  piel es agotador. Es como poseer uno de esos bolsos que no tienen fondo conocido. Buscas y puedes encontrar de todo, pero no cuando lo deseas ni de quien deseas.  

Llega mi gente y toman asiento. Ellos sí saben cómo soy y que no puedo quedarme quieta. 

Entran en escena las estrellas fugaces. Un deseo. Miro mi móvil y todavía no hay respuesta … un momento priceless o un instante tonto. Paul Éluard dijo “Hay otros mundos, pero están en este. Hay otras vidas, pero están en ti”. Esa era la playa y soñar es inevitable.  (…) Aunque duela. 





Now I'm back. I left the sea and onshore am (although, sometimes, move under my feet as if it were not). I have to admit that my days have been lunatics. For one reason or another, the nights were magical, fresh, revealing, recuperating and some put me in this whimsical cosmos.

I started my break with the idea of a holiday before, those without Ipad, mobile, computer, or anything like it. However, at 23:30 to end my technological slavery, I looked last mail on my phone and went into the attic as it would take me twenty days there it was my chance. She was crying and appeared by surprise, as an anchor. A collaborative proposal for a great magazine that involved people who would take me to a deserted island to not get bored. So I set out to enjoy a few days off not so far from the madding crowd. And wanting.

Do not advance anything except that I sent my items the night of the year's biggest full moon, which they call the Super Moon. In the hours leading up to the great party in which I participated, on the beach with friends, white and candlelight.



We carry some of the food we like, snacks and rum. We sat at tables runs along the coast, under the stars and in the company. At one point in the evening I decided to walk. I ignored my friend Alex. He has a theory regarding away from a group: when you drink more than two drinks at certain times, you need to stay together because only three things that you appeal to repent can happen: you miss, you meet someone you should not and the worst of all, you use your phone the most inconvenient way.

I close my eyes. I hear the waves. Breaking and collected. Breaking and collected. One more step. Someone whispers "I'm carrying my heart but it's made ​​of Stone ..." and listen to Matt Corby closer. And I'm still whip his first chords. His melancholy is chained to my ear and hooked. In the darkness I go to a palm tree that lights the path on sand. Getting stronger. "I feel into a well of hope ..."

It comes from a small wooden structure hanging piles of colored shirts amazing bone. They are beautiful. They witty slogans, cats, zebras, barcodes, lips, skulls, ... and a beautiful Eiffel Tower that enchants me. - Son mágicas- a male voice says background. The design yo- the same voice tells me. They are very original. Nice. - I answer.

But you are here by Matt Corby - says the voice to which I have already face. Forties. Moreno sun. Long hair and gray. With beard. In short, very hipster. Very cool. Very captivating smile.

He tells the little story of your business, but laughs when mentioning. He hates talking about business, says. Then he says he wants to fly. Which is not to cling to anything. I sense that he has had to live very well. It may be a repentant executive. Maybe someone who was hurt. He wants to flee.





Put a huge blue and white batik with Surfsession magazine cover on the floor and sat down. I check the host, the full moon is still there. I listen to Matt Corby and accept his fault because his notes a cigar provoke me cold, too many feelings. I never smoke. I do not like it. In fact, the times I've done has been in bad times. The last one I tried was the day of wild ERE. Maybe burn look at the time. I dunno. But he gives it to me as well busy smiling and I give a puff and I appreciate it. I tell him about me. Long ago and did not cost me that resumirme. - Milty Flinn, you are quirky and have very bright eyes laughing.

Miro-shirt that has given me and am interested in that vintage feel so modern that colors everything. He designs and hours today sells. Nothing more.

Why do not you become my image - question in a cloud of smoke. I reject your proposal. I invite you to get your story in my window, but does not want. I look at my Italian white dress and do my blue earrings jingling. It makes me laugh proposal.

  - If you don´t know me- kidding me. And I might add that I become blowfish when I take a picture ... He stays serious and gives another puff in silence.

- Stop the Skin. sentence. And he lies about leaving batik thinking of a thousand things. Being image of something not convince me. As much as I like his style. I am me. Many things at once. No thanks.






However, skin that I can not agree more, but we must keep in mind that not everyone has the same skin type: no elephant skin, those irrelevant; hippopotamus hide all the slides; thin skin, like me, to whom all affects you.

In addition you may not all the time be equally captives. To be a slave of your skin is exhausting. It's like having one of those bags that have no known background. Want and you can find everything, but not when you want or who you want.

My people arrive and take my seat. They know how I am and that I can not stay quiet.

Enter the scene shooting stars. A desire. I look at my phone and still no answer ... one priceless moment or silly moment. Paul Eluard said, "There are other worlds, but they are in this. There are other lives, but they are in you. "That was the beach and dream is inevitable. (...) Although it hurts.















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