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Cien por cien San Valentín. 4 Spanish Way


El despertador ilumina la hora y el día en el techo: son las ocho y media de la mañana del quince de febrero. Bajo aquella imagen una pareja duerme sonriendo acurrucada. Parecen felices. En el aire se distingue un olor a canela y naranja.  Restos de ropa interior de color rojo muy atrevida sobre la mesa y junto a ella, unas entradas de teatro con fecha de catorce de febrero… El día de los enamorados. Ellos demostraron ayer su amor por la capital y lo finalizaron en su casa después de un día para recordar.

Sobre una mesilla hay dos libros de autores españoles a estrenar y a compartir desde esa fecha: “Diez maneras diferentes de ser Laura” de Rebeca Rus (Editorial Planeta, 2010) y “El mozárabe” de Jesús Sánchez Adalid (Ediciones B). Sonrieron al comprobar que han acertado en sus elecciones para el otro.

Sus zapatos han quedado en el suelo. Están un poco más gastados. Han paseado con la rapidez de quien sabe que si no llega a tiempo se perderá un espectáculo único: un atardecer en el Templo de Debod (Paseo del Pintor Rosales, 2), un mágico lugar que desde Egipto se entregó al pueblo español en señal de agradecimiento. Ocres, amarillos y naranjas descienden sobre sus ojos al caer el sol. Se abrazan. Se miman y deciden seguir disfrutando de aquella jornada optando por cenar en la Trattoria Puccinela (c/ Regueros, 7) en una zona preciosa de Madrid y en un ambiente romántico donde recordar que se quieren también hoy.

La pareja ha hecho una cena ligera ya que antes de ir al teatro comieron en La Bola (C/Bola, 5), taberna situada cerca del Palacio Real, un restaurante al que acuden muchas veces a degustar el cocido madrileño donde paladean el caldo, los garbanzos y la carne que han sido elaborados en pucheros de barro individuales, poquito a poco. De nuevo, se sienten recompensados por la compañía que se brindan.

Antes de saborear el plato más típico de la capital, callejean por la zona centro. En los Jardines de Sabatini (C/ Bailén) los primeros rayos de sol de media mañana les acarician. Las fuentes que adornan este parque y los arbustos que las rodean resultan perfectos para abrazarse y entregarse más regalos.

Ella recibe un anillo muy original de la tienda del Museo del Traje (Avenida Juan de Herrera, 2) para cuya adquisición él ha hecho sublimes maniobras con los horarios para poder encontrar una pieza digna de una galería. Entre pañuelos de vivos colores, libros especializados, merchandising vario y moda, mucha moda.

Él no deja de sonreír desde que ha visto el coche de Scalextric tan exclusivo que ella ha comprado en Colecciolandia (C/ Cartagena, 2). Allí norias y carruseles de hojalata luchan por mantener la atención del visitante en una tienda llena de coches nuevos y otros especiales para coleccionistas.

Ella no ha podido evitar darle aquel regalo que sabía que le haría tanta ilusión y que reservaba para cuando acabaran de comer, desde que él la despertó con las notas de una canción de Fito y Los Fitipaldis, el grupo español que unió sus vidas en un concierto. Sobre ellos la imagen del despertador del techo marca las nueve de la mañana y una jornada especial: el  catorce de febrero.

En España, al margen de acusaciones del espíritu comercial de la fiesta, San Valentín sigue estando de moda. Son muchos los establecimientos que nos proponen menús para ese día, unos económicos y otros menos modestos que buscan que esos momentos sean disfrutados al máximo. Las tiendas se inundan de corazones, tonos rosas y música melódica, para unos, empalagosa y para otros, simplemente romántica. Flores, bombones, libros y hasta viajes para escaparse como auténticos quinceañeros enamorados aparecen en el horizonte. Es difícil no acertar con algún presente.

Las hordas de quienes odian el catorce de febrero, entendiéndose que también no soportarán los Días del padre, de la madre y fiestas navideñas, hacen responsables a los comercios del poco sentido de estas celebraciones tan señaladas.

Los especialistas coinciden en que este día puede llegar a causar depresión en quienes se sienten menos afortunados por no tener pareja, sobre todo por la presión mediática a que durante los días previos nos vemos sometidos los habitantes del planeta…

Es un día dedicado al amor y, por tanto, a la amistad y ser amigo de un@ mism@ es lo mejor que nos puede pasar. Propongo entonces un paseo por El Retiro, solos o en compañía, descubriendo cada rincón del Parque, hogar de patos y ardillas, para sentarnos en un banco y respirar el aire fresco que nos ofrece este pulmón de la capital.

Si tenemos suerte puede que nos encontremos con algún libro liberado en la cruzada de  Bookcrossing en Madrid, es decir, dejarnos sorprender por algún ejemplar de buena literatura que alguien dejó para nosotr@s. Eso también es amor. Disfrutemos de una jornada diferente, extraordinaria … como otra cualquiera.






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