Ir al contenido principal

Cómo empezó... (XIII)

- Personalmente, ¿has pensado bien el cambio? – miró al lápiz ya mareado.
- Pues, Leo, nada aquí me retiene. El proyecto es ambicioso y tengo ganas de iniciar un plan de esta envergadura. –no pensaba contarle nada sobre ella y Amaro.
- ¿Te vas a ir a vivir con él? –la pregunta pilló a Marta por sorpresa.
- En principio, sí. –incapaz de seguir contando sus planes en común, hizo ademán de levantarse.

Él también se levantó. Leo le pareció más fuerte que nunca y recordó la escena apasionada que vivió con él en New Bombay. Si creía que lo había olvidado no era así. Lo había enterrado, pero al verle allí mirándola, con el pelo tan corto y rubio, lacio posiblemente por efectos de una ducha demasiado rápida, sintió que su estómago se alteraba. Otra vez, vértigo.

Leo la contemplaba. Miró sus ojos verdes y el pelo castaño recogido en una coleta. Tragó saliva.

- Entonces, ¿estás decidida? –dijo situándose delante de Marta, que echó un paso atrás azorada. -¿No hay nada que te pueda decir que te convenza para que te lo pienses? –preguntó dulcemente, mientras se sentaba encima de la mesa.

Leo tenía treinta y cinco años y era la primera vez que ella le echaba realmente esa edad. Con un movimiento rápido, Leo, recogió el lápiz y, de nuevo, jugueteó con él.

Marta miró distraída hacia el exterior. Había empezado a llover con fuerza y entraba por la ventana el característico olor a mojado de la lluvia de verano. De pronto, un relámpago la echó hacia atrás. Pareció despertarse. Leo seguía observándola de cerca. Deseó que leyera sus pensamientos. No quería perderla. En ese preciso instante, de resplandor y viéndola tan vulnerable, comprendió que la amaba. Hasta entonces pensó que era una fuerte atracción. Se mentía a sí mismo. Notaba que su corazón latía descompasado, analizando la situación. Para ella no parecía fácil marcharse, pero podría ser por el trabajo. Es de lo que estaban hablando. Intentó concentrarse en lo que le decía. Sin embargo, sólo podía recorrer con su mirada sus ojos, su boca y la pequeña nariz que culminaba una carita muy dulce.

- Leo, ¿me oyes?
- Perdona. Cuéntame.

Con gesto contrariado, Marta, le miró y de la manera más aséptica que encontró, le preguntó si prefería que lo dejaran para más adelante y según fuera con lo de encontrar un sustituto le informaría.

- ¿Te gustaría comer conmigo hoy?- la sorprendió.
- No sé si podré porque con todo esto… -no estaba segura de poder mantenerse delante de él sin tratar de aclarar temas pendientes que hasta ese día creía haber olvidado. Por eso necesitaba no salir del hospital con él, sin que vistiera su bata y su traje.
- ¿Un café? – La perforó con un golpe de vista intentando que diera muestras de que no todo estaba perdido, que aún sentía algo. Surtió efectos.
- De acuerdo.
- Te voy a buscar en una hora a tu despacho, ¿ok?

Continuará .....

Comentarios

Entradas populares de este blog

Soñar despierto y volar: Hipnonautas

Nuestro cerebro es infinitamente más fantástico de lo que estamos dispuestos a admitir. Tuve la suerte de tener una coach en el trabajo que si me oyera, me diría: "Te lo dije: mira tu realidad. Depende de ti". Visualiza, visualiza... Es algo que empecé a practicar hace tiempo y que me ha ido ayudando  en muchos momentos de la vida, de esos que no crees que vendrán pero que con esfuerzo suceden. Todo este derroche de pensamientos se lo debo al espectáculo de hipnosis "Hipnonautas"*  al que acudo en el Teatro Lara, que me devuelve esa sensación que a veces casi olvido de que todo depende de nosotros. A la hora del vermut, el maestro de ceremonias es Jorge Astyaro , un tipo alto, bien parecido, que con su voz nos conduce durante algo más de dos horas atravesando fronteras entre lo real y lo imaginado. Fascinante e incomprensible a partes iguales. Una momento de Hipnonautas Me confieso algo confundida porque sí me llegó pero por temor o pereza, no sé, n

Las horas

Vuelvo enroscada en un montón de sensaciones. Unas no quiero que me invadan y otras deseo que no me abandonen nunca. No me puedo dejar llevar por el temor ni por el mal rollo y adoro sentirme tan viva. Mis tardes se hacen relativamente elásticas gracias al montón de actividades y el chute de emociones que me están regalando muchos desconocidos que he descubierto. Lo comparto contigo porque tenemos que poder con esto. Después ya veremos cómo salir de lo demás. De momento a quemar horas disfrutando de la luz. A las 17:30 todos los días, Alicia G. Rey de Mindandtangle me da la paz. Me está enseñando a hacer yoga con mi cerebro a través de sus talleres de Zentangle. Muchas gracias de corazón. Está siendo toda una experiencia. A las 18:30, Eli Kapowski me inyecta energía mientras pincha desde su balcón everyday. Otro descubrimiento que me alegra el cautiverio. La DJ del Corona. Olé tú. Sigue, sigue. Sus sesiones colgadas en Mixcloud son la bomba. El Museo de Arte Moderno

10 cosas que aprendí montando en bici 10 things I learned riding a bike

Como sabéis (si eres nuev@, tómate tu tiempo y descúbrelo en entradas anteriores) me he convertido en una bike lover , o sea, que en cuanto puedo pedaleo.  Y es que todo se ve mejor en bicicleta. Quienes están contigo y lo que te rodea cambian y se hacen más especiales. Se convierten en materia que está en tu trayectoria o fuera de ella (referentes u obstáculos).  Eres tú mismo y tus piernas son las que deciden qué toca. A mí me pasa esto. Prueba tú y me cuentas. 1.  Pase lo que pase hay que pedalear.  Si te haces un viajecito, de lo único que has de preocuparte es de que tus pies activen los pedales. Nada te hace más libre y cabal que solo seguir un camino y tener que leer el suelo que se abre ante ti. La sensación de cuerpo y mente unidos no sé si la encontrarás tan fácilmente en otros momentos.  2.  Si te caes, insulta en arameo, quítate el polvo y vuelve a subirte.  Salvo que pierdas el conocimiento, levántate tras darte un buen golpe. Incorpórate y bu