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Cómo empezó... (VIII)

Sonó el teléfono. Poco a poco se estiró y puso el agua para ducharse. Se encontraba algo cansada, pero feliz. El día de ayer había sido divertido y especial.

Media hora después, bajaba al restaurante del Hotel a desayunar. Allí estaba el grupo. Habían guardado un sitio junto a Leo, que en ese momento, endulzaba su café y tenía gesto serio.

- Buenos días a todos.
- Buenos días- contestaron.

El grupo guardó silencio. Sin duda se preguntaban qué había pasado anoche. Leo ni la miraba y tomaba su café sin expresión. Marta no pensaba decir nada. Disfrutó de su desayuno hasta que Víctor, se interesó:

- ¿Qué tal ayer?– Todos la contemplaban expectantes, salvo Leo, que parecía tener pegada su mirada a la taza.
- Bien.- Silencio.
- Amaro es muy buen tío y un gran amigo- siguió Víctor.
- Sí, es encantador – respondió Marta, mientras Leo mataba mentalmente a Víctor.

Tras la aclaración, que no aportaba nada a los cotilleos matutinos que habían disfrutado aquella mañana, volvieron a la normalidad y retomaron los temas profesionales.

Marta miró a Leonard y él la devolvió la mirada firme. No se tragaba lo de “es encantador”. Un tío así se la llevaría a la cama . Ella no encontró nada parecido al desdén en su expresión, sino que descubrió decepción e incluso dolor. Ésto le hizo sentirse incómoda pero, también atraída por él. Llevaba tiempo suspirando por Leo, aunque trataba de no hacerlo , y no era nada fácil. Estaba claro que sus pasos iban por lugares distintos. Entonces recordó la escena en el New Bombay. Se estremeció.

Cuando el grupo acabó, se levantaron para dirigirse al Salón de Actos.

- ¿Estás muy cansada? – Preguntó Leo, de espaldas a Marta.
- No. Estoy bien. Gracias.
- Me gustaría que habláramos…
- Si es lo de ayer. Lo olvidé. Tranquilo, Leo.

Él calló. Sintió un dolor que como médico descartó que fuera corporal. Le estaba rompiendo el corazón y ella no lo sabía.

Continuará ...

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