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Se acaba el fin de semana

Me siento tan cansada como el viernes en el que me prometí que me relajaría, que haría esas llamadas atrasadas a mi hermana que está en París, que no me pasaría con la Coca-Cola y, sobre todo, que descansaría. El viernes en el que estaba tan harta de teléfono y que en los e-mails que mandaba a mis compañeras más queridas despedía con un "por cierto,chata, estoy muelta".... En fin, que al final me estresé pensando qué ponerme, no llamé a Marta pues era tarde y estaría acostando a mis sobris, me hinché a burbujas y, claro, nada de dormir más de ocho horas. Estuve exprimiendo cada minuto del día 1 de presunto relax, con Lupe en una fiesta organizada por su empresa de publicidad. Allí nos reunimos todos sus amigos y más. Es una empresa nueva y que tiene que darse a conocer, así que servimos para rellenar y rellenarnos, porque el catering fue estupendo. Casi tenemos que salir rodando. En fin, que a las cinco celebrábamos en casa de la feliz Lupe que todo había sido un éxito. Nos repartimos como siempre entre su hogar y el mío, pues vivimos muy cerca. Quien viene conmigo sabe que sacaremos a Flanagan, mi perro, que me espera como si fuera mi madre. Nadie se echa atrás. Sí tengo suerte. Además cuando volvemos a Lupe´s house, llevamos churros y porras que devuelven a la vida a cualquiera. Y así comenzó mi día 2 de presunto relax, entre risas, ladridos y grasa. Pues este desayuno tan castizo está riquísimo, pero aceitillo tiene a kilos. La mañana...., la mañana fue otra historia.

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