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Cómo cocinar una boda (I): el vestido, of course



Me encantan los vestidos de boda… pero en otras. Los blancos en todas sus tonalidades, los perlas… Me parecen fantásticos, si bien creo que nunca me casaría vestida de princesita. Me sentiría disfrazada y no as I am.

Sin embargo, como ya os he confesado, me gusta en otras y me emocionará en una amiga. En la primera que une su vida a otra persona en una ceremonia, reconociendo ante todos sus seres queridos que ese ser es especial.

Por su parte, a Inés el traje le da un poco igual y lo deja en las expertas manos de Alex convirtiéndonos a Lupe y a mí en su representante, evitando que a nuestro especialista no se le vaya la cabeza y dilapide el capital en una prenda que solo se pondrá ese día, argumenta ella mientras él la recuerda que es un día trascendental y que todos los ojos estarán puestos en la novia y que las fotos y el vídeo recogerán aquel momento especial, haciendo imprescindible, no un modelito, sino el modelazo.

Alex está enamorado del vestido rojo de flores que Hannibal Laguna presentó en Cibeles Novias 2010, pero Inés nunca se pondría algo así, ni siquiera el color la atrae, ella sí quiere que sea blanco, pero ni caro ni exagerado.

Así que nuestro querido Alex está moviendo los hilos de sus contactos buscando algo especial y radiante…. – Mi vida, non preocupare…- intenta tranquilizar a Inés, pero siento que la abruma y observo que mi amigo omite al decir radiante lo de blanca… ¿Seguirá pensando en ataviar a Inés de flores y rojo?

Entretanto, mi labor será encontrar los zapatos ideales. Eso se verá más adelante. Os pondré al día.

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